Cuentos de Princesas

Las Hadas de la Naturaleza

Las Hadas de la NaturalezaCuento corto: Las Hadas de la Naturaleza

Hace tres siglos y medio vivía un hombre que trabajaba en una granja escocesa.

El hombre se llamaba Orraman, lo que significaba alguien que hacía todo tipo de trabajos extraños para su maestro.

Una noche, su maestro envió al Orraman al final de un páramo para que recogiera todas las turbas que habían crecido allí. Ansioso por cumplir las órdenes de su amo, el Orraman hizo lo que le dijeron y silbaba mientras trabajaba.

Al cabo de una hora había sacado una cantidad considerable de turba. Cuando de repente, frente a él vio a la mujer más pequeña que había visto en su vida.

Qué te parecería si quitamos el techo de tu casa este otoño.

¿Que quién eres tú?

No importa, quién soy. Pon toda la turba exactamente dónde estaba ahora y no nos moleste más. No, no y no.

Bien si señora. Ahora mismo lo hago.

El asustado Orraman hizo exactamente lo que le dijeron y volvió a colocar la turba donde la había encontrado.

Después fue corriendo con su amo a la granja. Señor, señor, nunca, nunca más debemos ir a esa parte del páramo.

¿Qué quieres decir?

Bueno, hay hadas allí y hoy me han dado una advertencia no debemos volver a tocar esas turbas otra vez.

Jajaja ¿estás bien? ¿Pero qué tipo de hombre es capaz de creer en las hadas? No te atrevas a darme esas excusas tan terribles por tu pereza.

Créame, maestro, he conocido a uno de ellos estando allí.

Ya basta. Parece que te quedaste dormido y tuviste un sueño. Ahora termina el trabajo que te encargué o de lo contrario no tendré otra opción que despedirte, de acuerdo.

Así que lo Orraman no tenía otra opción que volver al páramo y recoger la turba nuevamente, temblaba mientras lo hacía, temeroso de que la pequeña hada apareciera y le castigara. Pero nada de eso sucedió.

Pasaron semanas, meses y todo un año. Orraman no vio nada inusual de nuevo.

Quizá el maestro tenía razón. Debe de haber sido solo un sueño. Qué tonto debo haberle parecido habiéndolo demostrado tanto temor.

Finalmente llegó el otoño, el día exacto en el que Orraman conoció al hada, hacía justo un año, el acababa determinar su trabajo de ese día.

¿Puedo cogerme el día libre, maestro?

Oh, sí, claro. Debo decir que estoy muy satisfecho con tu trabajo, así que aquí tengo una pequeña recompensa para ti.

Coge esta jarra de leche, quizás tu esposa pueda hacerte un buen flan hoy.

Oh gracias maestro, muchísimas gracias.

Y Orraman se fue a su casa.

Qué contentos se pondrían su esposa y su hijo al ver la leche, silbaba mientras caminaba, pero pronto comenzó a sentirse cansado, tan cansado como nunca se había sentido antes.

Era una pena que no hubiera llegado aún a su hogar. Orraman tenía tanto sueño que sintió que no podía dar un paso más. Se tumbó en la hierba y se quedó dormido profundamente.

Le despertó la música más dulce que jamás había escuchado.

¿Dónde estoy? ¿Dónde estoy?

Hola, por fin estás despierto. Levántate ven a bailar con nosotras.

Orraman vio un montón de gente pequeña bailando.

Ven y baila con nosotras.

Pero yo no sé bailar.

La música te guiará.

Y efectivamente, la música era tan hermosa que Orraman sintió una gran alegría dentro de su ser y no supo durante cuánto tiempo estuvo bailando. Era como si la música sonara dentro de él. Bailaba casi sin querer. Entonces, de repente un hada dijo.

Enseguida va a amanecer, rápido ahora.

Todas las hadas desaparecieron bajo la tierra y arrastraron a Orraman con ellas.

Él se sentó allí mientras veía a las pequeñas personas ocuparse de sus asuntos haciendo cosas que le parecían extrañas. Era raro, pero ni una sola vez se le ocurrió la idea de regresar a casa. Entonces el hada que había conocido se le acercó. Has estado aquí la suficiente y las turbas que te llevaste han vuelto a crecer. Ahora puedes regresar.

Orraman, sí, gracias.

Pero si le cuentas a alguien lo que has visto aquí, recibirás un castigo que no podrías ni imaginar.

Yo te prometo no decirle nunca a nadie nada de lo que he visto aquí.

Y de repente, Orraman se encontró en el lugar exacto donde se había quedado dormido, el bote de leche todavía estaba allí, lo recogió y fue a casa. ¿Pero qué había pasado? Su cabaña había cambiado. Un extraño niño pequeño jugaba allí.

Orraman fue a hablar con su esposa. Querida, quién es ese.

¿Tú? ¿Dónde has estado?

Yo no puedo decírtelo.

¿Pero dónde has estado todos estos años?

¿Años? El maestro me dio una botella de leche ayer mismo.

¿Ayer? Te hemos estado buscando durante siete largos años. ¡Cómo pudiste irte! Déjanos en paz a mí y a nuestro hijo.

¿Cómo, nuestro hijo? Él es nuestro hijo, pero me fui hace… ¿siete años?

Así que este fue su castigo, lo que me pareció una noche en su tierra, fueron siete años aquí.

Orraman había recibido su castigo.

Muy a menudo ignoramos la fuerza de la naturaleza. No sabemos si los árboles, las flores y los pastos son de las hadas, pero sí somos crueles con la naturaleza. Seremos castigados. Un castigo que nos habremos ganado a pulso.

FIN

Fuente: Cuentos de hadas españoles

Que tanto saben del cuento Las Hadas de la Naturaleza

Es hora de poner a prueba los conocimientos de tus niñas y niños sobre el cuento Las Hadas de la Naturaleza. Elaboramos un cuestionario de preguntas para tus peques.

  • ¿Cómo se llama el cuento?
  • ¿Qué personajes aparecieron en el cuento?
  • ¿Quién fue el presonaje principal del cuento?
  • ¿Cuál fue tu parte favorita del cuento?
  • ¿En que lugar ocurrio la historia?
  • ¿Inventa otro final para el cuento?

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